Lograr. Obtener. Destruir.
Para cada una de estas misiones los hindúes cuentan con una divinidad. Yo las llevaré a cabo solo.
He logrado lo que nadie ha logrado antes de mí, pero el mundo no es mi testigo, y jamás lo será.
Después intentaré proteger lo logrado, con todas mis fuerzas, con toda mi voluntad. Con dolor, a veces con lágrimas, pero de todos modos con un sacrificio de víctimas considerable.
Entonces destruiré. ¿Quién podrá reprochármelo? Si hay justicia, por lo menos habrá que lograrla.
Hubiera preferido ser creador y entonces me hubiera alegrado por mi creación, me hubiera gustado cuidarla, compartirla con los demás. Pero de la destrucción también surgen cosas interesantes. Es en ese fin donde radica su atractivo.
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