Con cada d í a que pasa mi realidad vale menos. Es intensa y sin orden, imprevisible y ardua. ¿Qué puede hacer la realidad? Te da hambre, sed, insatisfacción. Causa dolor, transmite enfermedades, obedece leyes rid í culas. Pero, ante todo, es finita. Siempre conduce a la muerte. Lo que cuenta y da fuerza son otras cosas: las ideas, las pasiones e, incluso, la locura. Todo lo que se eleva por encima de la razón. Le retiro mi aprobación a la realidad. Me niego a colaborar con ella. Me entrego a las tentaciones de los que aspiran a algo que está más allá de este mundo y me lanzo con todo mi corazón a la infinidad de lo irreal.